Gigantes tecnológicos apuestan por energía nuclear para afrontar la creciente demanda de los centros de datos de IA, que consumen tres veces más energía que las instalaciones tradicionales.
Los avances tecnológicos en IA están transformando la infraestructura energética mundial, y en Estados Unidos los centros de datos especializados en IA comienzan a ocupar un lugar central. Estos centros, diseñados para satisfacer la creciente demanda de computación derivada de tecnologías como la IA generativa, están impulsando un consumo energético significativamente superior al de los centros de datos tradicionales. De acuerdo con Business Insider, se estima que su demanda puede ser entre tres y cinco veces mayor, lo que ejerce una presión sin precedentes sobre redes eléctricas ya tensas en muchas regiones.
Un estudio reciente de Bloomberg puso en evidencia cómo estas instalaciones afectan directamente a los consumidores. El mismo señala que más del 75% de las alteraciones energéticas significativas registradas en hogares estadounidenses entre febrero y octubre de 2024 ocurrieron a menos de 80 kilómetros de actividades relacionadas con los centros de datos. Este fenómeno no solo compromete la estabilidad del suministro eléctrico, sino que también genera riesgos adicionales, como el sobrecalentamiento de equipos electrónicos y posibles incendios.
El control de esta infraestructura recae principalmente en gigantes tecnológicos como Amazon, Google y Microsoft, que dominan alrededor del 65% del mercado global de infraestructura en la nube. Estas empresas están realizando inversiones multimillonarias para expandir sus capacidades en IA, desde los US$3.000 millones que Google destinará a nuevos centros en Virginia e Indiana, hasta los US$10.000 millones que Amazon invertirá en Ohio. Microsoft, por su parte, se encuentra embarcada en un proyecto energético de US$100.000 millones, destinado a sostener el crecimiento de sus centros de datos y modelos de IA.
Para enfrentar esta creciente demanda energética, se están explorando soluciones innovadoras, incluida la integración de fuentes nucleares como alternativa más sostenible y fiable. Sin embargo, la acelerada expansión de estas infraestructuras plantea desafíos complejos que requieren respuestas tecnológicas y regulatorias urgentes para garantizar que el desarrollo de la inteligencia artificial no se convierta en una carga insostenible para los sistemas eléctricos ni para los usuarios finales.
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